¿Qué es lo que convierte a la motocicleta en un vehículo tan especial?
Puede que algunas persona solo vean en estos un modo de transporte ordinario, incluso son vistas como máquinas de hacer ruido y molestar al vecindario como diría mi madre. Pero es probable que alguna vez te hayas fijado fugazmente en un motorista que pasaba por la carretera, emanando un halo de aventura y de misterio. Con su casco, su chaqueta, unos gruesos guantes y botas altas. Puede que con unas maletas llenas de pegatinas con banderas de diferentes países y con pintas de haber visto paisajes increíbles. O puede que no.
Lo que sé, es lo que a mí me transmite viajar en moto.
La primera vez que fui de “paquete” sobre una scooter de 50cc recorrí unos escasos 200m en línea recta y por una calle peatonal, pero fue suficiente para grabar en mí la sensación de aceleración y libertad. Nada que ver con ir en coche o en cualquier otro medio de locomoción.
La libertad que siento solo de pensar en que puedo ir a cualquier lugar esté lejos o cerca. Puedo desaparecer de donde me encuentro, me hago cristalino y soy parte del paisaje, me convierte invisible cuando quiero. Viajo contemplando el asfalto, la carretera y lo que hay más allá. Los bosques, montes o playas intentando crear un nuevo recuerdo.
Luego paro en cualquier lugar y entonces vuelvo a aparecer de forma instantánea para disfrutar del entorno, de la gente o la ausencia de esta.
También significa ser consciente de los riesgos que conlleva, saber que una caída puede ser fatal o que el miedo te atormentará cada curva que traces en suelo mojado. Es tener que esforzarse en una cuesta de barro y sudar en los días de calor sofocante dentro de un casco.

Estas son solo algunas de las cosas que hacen que nada pueda igualar la sensación que me produce ir en moto, y la razón por la que significa algo más que una forma de transportarse.